Justo cuando llegamos a la altura de Carabanne y la desembocadura del río Casamance nos levantamos de la siesta y podemos disfrutar del atardecer... qué bonitoooo, hasta unos delfines quisieron acercarse a saludarnos.
Una vez en el océano, el barco se movía más... biodramina al canto conseguimos sobrellevarlo. Cenamos prontito en el restaurante del barco, un poco de pasta y un helado de chocolate nos animan bastante, jeje, pero lo mejor acostarse e intentar dormir para que el oleaje no nos termine de marear.
No hay comentarios:
Publicar un comentario